sábado, 8 de diciembre de 2007

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Estoy casi seguro de que comienzo a enloquecer y que todo cuanto intente por mejorarme no será suficiente. No soporto lidiar con tanta hostilidad. Desearía escapar por un tiempo. Quizá la playa estaría bien. Que fui un cobarde es una verdad que no necesita demostración alguna, todos sabían lo que sentí aquel día, no era necesario recurrir a tanta imprudencia. Y cuando preguntó qué había sido de mi vida, di una respuesta que contrarrestaba todo aquello que realmente siento: "Estoy bien, he aprendido a estarlo", sin embargo he llegado al límite, he sido demasiado tolerante. Por más que trato de encontrarme arrugas, el espejo me refleja una edad que internamente no aparento: demasiado inepto, demasiado joven. Respiro con el temor de llegar a tal punto en que mi existencia quebrantará el modelo que tengo de vida. Mi realidad dice que sólo poseo dieciséis años, para mí ya he vivido treinta. No puedo negarlo. La envidia me está matando; Ojala todo fuera más simple, ojala pudiese conformarme con lo que no tengo. Quisiera tener personas cercanas a las que acudir, pero todas viven demasiado lejos y a nadie le gusta llegar a la casa en que habito. Soy dependiente de ese mal, dependo mucho de todo, del amor que no tengo, del contraste que generan mis pinturas frente a la inmensidad opaca que es, en realidad, mi misma esencia. Me disculpo por adelantado, porque sé lo mucho que todos se preocupan. Soy egoísta, me siento mal sólo cuando no estoy conforme con respecto a mis expectativas. Pero ya es demasiado. Creo que todo se ha vuelto demasiado trivial. Mi vida está negra, mis letras están negras, y éstas, no son más que el reflejo de mis propios males. Soy un cobarde.Malditos recuerdos y ceniceros. No sé cuando llegará el día en que deje bajo las sábanas todo lo gris. Estoy seguro de que comienzo a enloquecer nuevamente. Me dijeron que estaba demasiado delgado, no me sorprende, con tanto dilema casi ni me da tiempo para comer.

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